Tras la ruptura con los estudios Paramount, los hermanos Marx llegaron a MGM con esta película que se estrenó en noviembre de 1935 bajo la frase que decía: “La película más divertida de todos los tiempos”. La verdad es que 77 años después la sexta película de estos míticos personajes continúa arrancando las risas de los espectadores.
La idiosincrasia humorística de los hermanos Marx es única. Estos reyes del absurdo, de los juegos de palabras, de los dobles filos y del humor visual fueron capaces de catapultar a lo más elevado el género de la comedia. Julius Henry, Leonarda y Arthur, más conocidos como Groucho, Chico y Harpo, aprovecharon el hecho de que el cine había aprendido a hablar para dar rienda suelta a su descarada verborrea, desbancando del panorama cinematográfico a colegas de la etapa muda como Chaplin, Buster Keaton o Laurel & Hardy.
Irreverentes, vividores, optimistas y sin complejos, eran capaces de sacar tajada de cualquier situación, siempre bajo sus curiosos apodos: Groucho lo adoptó de un personaje gruñón del cómic, Chico de la palabra inglesa chic (elegante) debido a su pasión por las mujeres y Harpo de su querencia por el arpa.
Su sexta película “Una noche en la ópera“, fue considerada por los críticos el mejor filme del trio humorístico, aunque cinco de sus películas están incluidas en la lista de las 100 mejores comedias del American Film Institute. Este és un regalo de noventa y cuatro minutos planteadobcomo una sátira al mundo de la ópera con los tres hermanos tratando de ayudar a dos cantantes enamorados. Han pasado tres cuartos de siglo desde su estreno, pero continúa haciéndonos reír…y a carcajadas. Que se levante el telón de nuevo.
La chispa de Groucho
Julius Henry Marx nació en Nueva York en 1890. Fue el tercero de cinco hijos de una familia de emigrantes judíos franco-alemanes encabezada por su padre, un sastre, y su madre, Minnie, descendiente de artistas de vodevil y la responsable de alentar la carrera escénica de sus hijos como medio para salir de la miseria.
A los 15 años, tras haber dejado los estudios primarios inconclusos, Julius aprovechó su amor por el canto para debutar en una compañía de variedades junto con sus dos hermanos mayores, Chico y Harpo, a los que más tarde se unirían Zeppo y Gummo. Para la Paramount rodaron cinco películas, desde “Los cuatro cocos” a “Sopa de ganso“, y en 1930, el productor Irving Thalberg les reclutó para la Metro-Golwyn-Mayer (MGM), por lo que cambiaron su residencia de Nueva York a Hollywood.
Su filmografía abarca cerca de treinta películas, Al final de su vida, triunfó en televisión como presentador del concurso “You Bet Your Life” (1950-1961) y, cuando abandonó el espectáculo en los años 70, se volcó en la literatura. Entre sus escritos destacan sus cuentos, los artículos para “The New Yorker” y la obra que dedicó a su hija Miriam.
Humor caótico, pero con coreografía
El valor de “Una noche en la ópera” no radica en su trama o en su música, sino en sus rutinas cómicas, las mismas que, antes de dar el salto al cine, los cinco hermanos habían practicado innumerables veces en sus números de vodevil, un subgénero dramático que alterna números musicales con partes cantadas en tono de comedia ligera. Su genialidad radica en que cualquiera que vea esta cinta pensará que los mordaces comentarios de Groucho, el estrafalario comportamiento de un mudo con peluca rubia y bolsillos inabarcables, y la incontinencia verbal de un tipo con gorrito incomprensible son fruto de la espontaneidad, pero nada más lejos de la realidad. La película nos obsequia con 175 gags distribuidos en 94 minutos, todos ellos fruto de un profundo análisis y una ensayada ejecución. ¿Quién no recuerda el contrato entre Groucho y Chico con “la parte contratante de la primera parte…”?
Un guión con el ‘touch‘ de Buster Keaton
“Una noche en la ópera” se convirtió en la piedra angular de la filmografía de los hermanos Marx. Se redujo el nivel de desmadre que había tenido “Sopa de ganso” (1933), se introdujo una subtrama romántica y se retomaron los números musicales. El responsable de dotar de argumento al enloquecido humor de los Marx fur Irvin Thalberg. “Supongo que por entonces existiría cierto número de genios, pero yo sólo conocí a uno, su nombre era Irvin Thalberg“, reconocía Groucho sobre el productor que los reclutó para los estudios MGM.
El guión, milimétricamente trabajado, suma los esfuerzos de varios profesionales de la Metro, entre los que destaca Buster Keaton, precisamente el único que no aparece en los créditos.
Una familia unida
Los cinco hermanos Marx, Chico, Harpo, Groucho, Gummo y Zeppo, se curtieron en la cantera del vodevil y en los teatros de Broadway. En 1923 produjeron su primera revista musical, “I’ll say she is“, a la que siguió “Los cuatro cocos“, una obra que, seis años más tarde, adaptarían para el cine tras firmar un suculento contrato con la Paramount. Este filme se convirtió en un inesperado éxito de taquilla, y ellos, envalentonados por esta repentina fama, se atrevieron a rodar uno de sus mayores logros creativos, “Sopa de ganso“.
Contra todo pronóstico, la película se convirtió en un sonoro fracaso, lo que provocó que la Paramount les echara a la calle y Zeppo abandonara a sus hermanos para abrir una oficina de contratación de actores. Por fortuna, La Metro y la RKO no pensaron lo mismo, y hasta 1941 estuvieron trabajando con ellos.
Ese año supuso la ruptura de los hermanos Marx. Groucho se decantó por la radio, mientras que Harpo y Chico retomaron la comedia teatral. Años más tarde, decidieron reunirse para salvar a Chico del caos financiero en el que se había sumergido a causa de su ludopatía y rodaron “Una noche en Casablanca” y “Amor en conserva“.
El legado ‘marxista’
El humor corrosivo y surrealista de los hermanos Marx ha dejado impronta. Basta mirar la filmografía de Woody Allen, que llegó a conocer a Groucho cuando éste ya era octogenario, aunque lo suficientemente lúcido como para entablar un cruce de piropos con él al afirmar que Allen era el único humorista que valía la pena por aquel entonces. Las referencias de Allen a los hermanos Marx son muchas, pero su mayor homenaje lo encontramos en “Todos dicen I love you“, cuyo título ya hace referencia a una canción que los Marx interpretan en “Plumas de caballo“. Además, el personaje de Alan Alda es un apasionado fan del trío humorístico, y en la escena final se celebra un baile donde todos los invitados se disfrazan de Groucho, excepto uno que va de Harpo.
El grupo cómico inglés Monty Python y los humoristas españoles Tip y Coll, Faemino y Cansado o Joaquín Reyes, también se han inspirado en ellos. Incluso la revista ‘El Jueves’ dedica una página a Julius, álter ego del gran Groucho.
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